jueves, 20 de febrero de 2014

Ardo con Abelardo

Anteayer recibí un curioso comentario a la entrada "Noticias de Álvaro Valverde" de mi blog, aunque no se refería a ninguna noticia de Álvaro Valverde. Lo firmaba Abelardo Linares. El comentario era este:

"En su reciente trabajo, publicado por la revista Cuadernos Hispanoamericanos: 'Sobre la poesía y la vida de César González-Ruano'  afirma usted que 'su ingreso en la poesía y en la vorágine (¡) de la publicación, fue estrepitoso: su primer poemario, que ostentaba el disuasorio título de De la locura, el pecado y la muerte (sic), se publicó en 1921, cuando apenas tenía dieciocho años'. Pero el libro no se llamaba así, sino De la locura, del pecado y de la muerte y aún siendo su primer libro no fue, desde luego, su primer libro de versos. Cualquiera que acceda a un ejemplar, como el que tengo ahora en mis manos, podrá comprobar que lleva un aclaratorio subtítulo: Prosas que escribió César González-Ruano. Si usted equivoca el título y el género literario del libro, quizás sea porque, en realidad, usted no ha visto nunca ese libro ni, probablemente, algunos otros de los que habla con todo detalle. Aventuro la hipótesis de cierta falta de seriedad, por su parte, en estos asuntos. ¡Ahora comprendo que cite tanto mi edición!".

Como al editor Linares le debía de parecer inexcusable, y muy urgente, que yo alojase su comentario en mi blog, y no lo hice de inmediato, porque uno tiene algunas otras cosas de que ocuparse, además de colgar comentarios como este en su blog, al cabo de 24 horas recibí otro mensaje suyo, que decía lo siguiente:

"Veo que no 'se atreve' o se decide a publicar el comentario que ayer le hice en su blog y que iba firmado por mí. Me siento 'liberado', por tanto, para colgarlo o comentarlo públicamente donde mejor me parezca".

El editor Linares utiliza el viejo truco -tan viejo que se remonta al patio del colegio- del "¿Conque no te atreves, eh? Pues vas a quedar como un gallina y todo el mundo se va a enterar". A lo mejor este matonismo le funciona con alguno de los paniaguados que aspiran a publicar en su, digamos, editorial, pero a mí no me impresiona. Respondo a su mensaje -al primero; él, como es natural, puede publicar lo que le dé la gana donde le dé la gana- porque no creo carente de interés examinar sus objeciones y, más todavía, subrayar algunas características de su estilo y de su, digamos de nuevo, pensamiento. Quizá así los lectores de este blog se hagan una idea algo más clara de quien pasa por ser uno de los editores más importantes de España, pero solo es una avutarda luciferina, un librero rapiñador -que le birló a un conocido la información que le permitió hacerse con el fabuloso legado de Eliseo Torres, y en cuyo establecimiento, como escribió un excolaborador suyo, nunca nadie ha visto una sonrisa-, un poeta nauseabundo y una rana perezosa más, por utilizar la brillante metáfora de Cristóbal Serra, que croa en el estanque de la tradición.

Del mensaje del editor Linares se deducen tres reproches:

1º) Que me he equivocado en la cita del título del primer libro de César González-Ruano.

2º) Que también me he equivocado en el género de ese primer libro de César González-Ruano, que no es un poemario, como yo decía, sino un volumen de "prosas".

3º) Que yo no he visto nunca ese libro, ni, probablemente, otros de los que hablo en mi artículo, y que, en consecuencia, mi trabajo adolece de falta de seriedad. 

Antes de llegar al reproche primero, hay que superar un signo de admiración entre paréntesis, que se ha permitido incluir el editor Linares (por lo que se ve, le parece extraño que se considere una vorágine publicar ocho libros en dos años, como hizo González-Ruano entre 1921 y 1923), y su afirmación de que el libro se "llamaba", en lugar de que se titulaba. Habría que recordarle al editor Linares que las personas se llaman y los libros se titulan. Yo tengo por casa algún libro de gramática castellana básica que con mucho gusto puedo recomendarle si se decide a ampliar su formación en lectoescritura y ortografía. Pero no quiero entretenerme en estas menudencias, que en nada empañan la gran labor que el editor Linares está haciendo en pro de la literatura española actual, y vayamos a la objeción señalada. Y, en efecto, el libro de César González-Ruano objeto del debate se titula De la locura, del pecado y de la muerte. Así consta en otro lugar de mi artículo, cuando transcribo la cita que hace de él Manuel de la Peña en El Ultraísmo en España. Que haya aparecido como De la locura, el pecado y la muerte se llama errata. Sorprende que el editor Linares no sepa lo que es, habiendo tantas en sus libros. Pero, de nuevo, yo conservo en casa algunos manuales de mis tiempos de bachillerato que le remitiría, muy gustosamente, para que actualizase sus conocimientos en la materia, si no sospechara que iba a revenderlos a un precio desorbitado. Quede, pues, para la historia que, en un artículo de 28 páginas, 79 notas a pie de página y 12.464 palabras, se ha omitido dos veces la preposición "de".

El segundo reproche del editor Linares tiene más enjundia. También hay que superar, es verdad, un "aún" que no debe llevar tilde, pero a estas alturas ya sabemos que el editor Linares no es un hacha de la ortografía. No le demos importancia, y vayamos a lo fundamental: que De la locura, del pecado y de la muerte no es un libro de poemas, sino de "prosas", porque así consta en su subtítulo. Que los calificativos aplicados por un autor a su propia obra no son el criterio decisivo para determinar lo que esa obra sea, es algo sabido desde mucho antes de Roland Barthes, aunque no estoy seguro de que el editor Linares sepa quién es Barthes. Que, en consecuencia, González-Ruano calificara de "prosas" a su librito no significa que no fueran, también, y hasta exclusivamente, poesía. De hecho, desde hace, como mínimo, doscientos años existe algo llamado "poema en prosa", aunque, otra vez, albergo dudas de que el editor Linares haya llegado hasta este capítulo en el manual de crítica literaria que maneje, si es que maneja alguno. Si el editor Linares se hubiera tomado la molestia de pasar a las siguientes páginas del librito de González-Ruano, como hago yo en este mismo instante con el ejemplar de De la locura, del pecado y de la muerte que tengo en las manos, en lugar de quedarse en las iniciales (debe de estar acostumbrado: le basta echar un vistazo a la cubierta para ponerle precio), habría comprobado que la obra está precedida por una cita de Baudelaire -mon semblable, mon frère...-, que su tono obedece a un sensualismo postsimbolista, muy fin de siècle -como indica el propio De la Peña, señalando como posibles influencias suyas a Oscar Wilde, poeta, y Jean Lorrain, poeta-, y que contiene textos como "Mi poema ingenuo y doloroso", "El poema del amor, de la vida y de la muerte", "Rapsodia cerebral" o "Congelación". Veamos qué dice el primero: "Oh, Tú, tan frívola, tan exquisitamente vulgar, tan santamente pecadora, tan aristocráticamente plebeya, no comprenderás esta tragedia! He estado llorando, humedeciendo con mis lágrimas aquel rizo de pelo que me diste, y cuanto más lloraba sobre él, más azuladamente negro parecía. ¿No recuerdas, amada, que mi melena se volvió de plata porque le cayó una sola de tus lágrimas?". Y ahora cómo empieza el segundo: "Tú, frívola muñeca de las crenchas de oro, que serán con el tiempo de plata; tú, que soñaste con un príncipe moro, y con el idilio de flores de lis en un campo de gules; tú, princesita de los ojos azules, que escuchaste la risa del bufón escarlata, escucha esta historia concisa y triste que me trajo a la memoria el desdén que tú me hiciste. Que vea tu fantasía una cortina de brocados de oro y damasco de azur, que se descorre lentamente, e imagínate en tu mente un parterre (...)". Bien: esto está en prosa, pero juraría que es poesía, aunque probablemente el editor Linares y yo tengamos conceptos muy distintos de poesía: a él quizá se lo parezca un listín de teléfonos, como es lo que suele publicar; yo creo, en cambio, que aquí hay aliento lírico: antañón, ajado y malo, muy malo, pero lírico. Más claro resulta aún "Congelación", que es, sin más, un poema, y poema ultraísta: "Ruido ensordecedor;/ motor./ El hidroavión como una avispa mecánica./ La Ciudad no se veía./ El Sol quedó muy bajo./ Altura - aire - carbono + miedo = congelación./ Luego caí en forma de gota y resbalé por el nívido descote de mi amada histérica que no me conoció, pero pensó: esta gota insecable e inmedible hace lo mismo que los electrones de las manos de Él". Por último, "Rapsodia cerebral" es otro poema ultraísta, aunque su configuración no sea versal, como en el caso anterior: "El confetti policromo de la vulgaridad cae en lluvia torrencial sobre las anchas alas de nuestros chambergos. Las serpentinas de los prejuicios y de la hipocresía se enroscan a los cuerpos, inutilizándolos para todo movimiento libre. La burocracia escribe a máquina. El Cerebro se va imbecilizando por la lluvia de confeti y el corazón no se atreve a latir por no violar la virginidad del Gran Silencio. Y la cara blanca, redonda, de pus, manchada de costras, de la Luna, se asoma curiosa a la ventana para verme, envejeciendo mi melena de caboa al teñirla de plata. Y el gato, ese maldito embrujado, junto al brasero, persigue con sus ojos a la mosca de la Incertidumbre, que se entretiene en ensayar un vuelo elipsoidal". Me parece plenamente justificado, pues, considerar este libro el primer poemario de su autor -que siempre se tuvo, en esencia, por poeta, y cuyos libros iniciales fueron asimismo poemarios-, y así lo han hecho, por cierto, otros muchos críticos que se han acercado a la figura de González-Ruano. Por ejemplo, y hoy mismo, Andrés Soria Olmedo: "González Ruano siempre quiso ser poeta, desde De la locura, del pecado y de la muerte (1920) hasta Balada de Cherche-Midi (1944)" ("César González Ruano. La literatura en los periódicos", El Cultural, 20 de febrero de 2014). Pero, antes que él, lo mismo han sostenido, entre otros, Ignacio Gracia Noriega ("ya hacia 1920 se destacaba entre los poetas ultraístas; de ese año es De la locura, del pecado y de la muerte, "Tan cerca y tan lejos de César González Ruano", http://www.ignaciogracianoriega.net/nie/20031203.htm); Benjamín Prado ("González Ruano [...], entre el libro de poemas De la locura del pecado y de la muerte [...] y sus dos últimas obras publicadas en vida [...], sacó otros 93 volúmenes de toda clase", "Ruano y nada", El País, 13 de enero de 2005); y el mismísimo José Luis García Martín (un hombre de talante similar al del editor Linares, y al que presumo que este ha de admirar muchísimo), que encabeza la "obra poética" de González Ruano con el siguiente título: De la locura, del pecado y de la muerte (Poetas del Novecientos: entre el Modernismo y la Vanguardia (Antología). Tomo II: De Guillermo de Torre a Ramón Gaya, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poetas-del-novecientos-entre-el-modernismo-y-la-vanguardia-antologiatomo-ii-de-guillermo-de-torre-a-ramon-gaya--0/html/000de8d0-82b2-11df-acc7-002185ce6064_8.HTML). Pero aún hay más: Juan Lamillar, el responsable de la edición publicada por la editorial del editor Linares, incluye De la locura, del pecado y de la muerte entre los poemarios antologados, y selecciona uno de sus poemas, "Congelación", en el libro. Así pues, el editor Linares considera que mi trabajo es poco serio por utilizar el mismo criterio que ha utilizado el responsable del suyo. Hasta ahora sabíamos que el editor Linares sabe tanto de correcto castellano como un bantú sordomudo, y que su comprensión de la poesía es tan alta como la de ese mismo bantú, pero que reproche a los demás lo que hacen sus autores debe apuntarse como un logro insuperable de su ya fascinante currículum intelectual.

En cuanto al tercer y último reproche, dejaré a los lectores a los que todavía no haya aburrido esta larga réplica y que conozcan, o puedan conocer, el artículo que he publicado en el último número de la revista Cuadernos Hispanoamericanos, que valoren si mi trabajo es serio o no. Pero no lo haré sin decir una última cosa. El editor Linares, a partir de la errata sufrida, ejerce la suposición de que no he visto ni ese libro de Ruano "ni, probablemente, algunos otros", aunque no se atreva a especificar cuáles (y aunque le traicione el subconsciente: los libros no se ven -eso lo hace él para ponerles precio-, sino que se leen, que es lo que procuro yo hacer siempre que abrazo algún proyecto de investigación), y se me hace escandaloso que alguien pretenda descalificar un trabajo de las características del mío sobre la base de una errata y de una conjetura maliciosa. Formular hipótesis no basta: hay que aportar pruebas si se quiere enunciar una ley. Las pruebas de mi trabajo están en mi trabajo, y a ellas me remito. El análisis de la poesía de González-Ruano (que es uno de los aspectos estudiados, como acredita su título: "Apuntes sobre la poesía y la vida...") se ha realizado sobre la base de las antologías firmadas por Francisco Rivas (1983) y Juan Lamillar (2006), trabajos extensos y bien hechos, que, conjuntamente, dan una visión muy amplia de la poesía de González-Ruano -y, específicamente, de la poesía que su propio autor dio por buena, puesto que las antologías que publicara en vida excluyen casi todos sus libros juveniles-, y que he cotejado con las ediciones originales, como en el caso de De la locura, del pecado y de la muerte, cuando lo he creído conveniente. Ambos títulos integran la obra de González-Ruano en la bibliografía del artículo, junto con su Diario, sus Memorias y la Antología de poetas españoles contemporáneos en lengua castellana, y son citados, como no podía ser de otro modo, siempre que se transcriben sus versos. El editor Linares está en su derecho de considerar esto insuficiente. Yo estoy en el mío de opinar lo contrario, y de creer que sus mensajes no obedecen a un encomiable afán por defender el rigor de los trabajos filológicos que se publican en este país, sino a la mera voluntad, tan hispánica, de hacer daño, y de la que él ha dado sobradas muestras ya a casi todo el mundo que lo ha tratado. ¿De dónde vendrá esta malevolencia? ¿Acaso de que no haya citado en la bibliografía la edición de Memorias. Mi medio siglo se confiesa a medias de la editorial del editor Linares? ¿Acaso de que el editor Linares considera a González-Ruano un autor de su propiedad y no tolera que otros se inmiscuyan en lo suyo?

8 comentarios:

  1. Me temo que, además del esfuerzo de explicación que has realizado (permítame el tuteo), tendrás que reescribir la nota sobre "Los enemigos literarios". A cambio, al menos incorporarás a un Premio de la Crítica lo cual siempre le otorgará mayor categoría y aliento. Un placer leer esta larga aclaración.

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    1. Querido Jorge:

      Sí, ya contaba con modificarla: ahora serán siete los enemigos. Y este séptimo me lo habré ganado con plena conciencia y deliberación. Pero qué le vamos a hacer: a veces hay que decir lo que uno realmente piensa. Gracias por tu mensaje, y un fuerte abrazo.

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  2. Ya lo dijo Don Quevedo: "La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come"
    Un placer leerte, como siempre!!

    Un abrazo

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  3. Sancho Panza ya sabía que donde las dan, las toman. Y callar es bueno.

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  4. Muy bueno, Eduard, digo de figurar en tu antología "Los versos satíricos".

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    1. Gracias, Albert. Lo consideraré para una segunda edición (que, desde luego, no se publicará en Renacimiento).

      Un abrazo.

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