Spain (Now!) no es un grito patriótico, sino el nombre de una organización que, desde hace cinco años, promueve y difunde el arte y la cultura españoles en el Reino Unido. La dirige Antonio Molina Vázquez, y ayer inauguró sus actividades de 2013 en un club privado, The Hospital, en Covent Garden. El club es, desde luego, muy privado: tanto, que casi no lo encontramos. Nada lo anuncia a la entrada, salvo una discreta h. Dentro, sin embargo, no nos esperaban aparadores eduardianos, muebles chippendale o ejemplares del Times, sino un posmoderno, casi aeronáutico, local, cuyas salas se alquilan para fiestas y reuniones, y en cuyo ascensor se indica el número de personas que podían ocuparlo y algunas correspondencias de ese peso máximo: "un caballo, 6.666 huevos de gallina, 2.897 plátanos, 10.973 monedas de una libra..." (un toque de humor que condice con el gusto por el ingenio de los ingleses: cerca de casa hay un bar que anuncia sus productos con una frase divertida cada día, escrita en un pizarrón: "nuestra cerveza está más fría que el corazón de tu ex"; o "tómate dos cervezas y paga solo las dos"; o "ya que no puedes ser feliz, emborráchate"). La presentación tuvo lugar en el Oak Room, la "Sala de Roble", aunque allí solo había melamina y silestone. Presentaron el acto el propio Antonio Molina Vázquez, un representante del sector turístico y un funcionario de la embajada española. El inglés del diplomático era espantoso, en forma y fondo, aunque no alcanzaba la altura de Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, con su inmortal respuesta a una de las preguntas que se le hicieron en la reunión que había de decidir la sede olímpica de 2020: "No listen the ask". Yo, con mi proverbial habilidad, así se lo dije a Avatâra y a otra persona que en aquel momento estaba con ella, y que luego averigüé que era funcionaria de la embajada. En el acto se servía un vino español, y, ciertamente, lo era: uno y español, y sin alimentos sólidos: ni un piadoso cacahuete. La crisis acucia a todos. Pese a la escasez de vituallas, el encuentro resultó entretenido. Aunque un disc jockey, Kigo (no sé si era japonés: así se designa a la palabra de estación en el haiku), hizo todo lo posible por que fuera imposible hablar, conseguimos mantener una interesante conversación con algunas personas, como Dacia Viejo-Rose, que está desarrollando una importante labor de investigación arqueológica en la universidad de Cambridge, y que coordina, con la artista visual Tracey Moberley, un proyecto sobre la formación de la identidad, la memoria y el desarraigo, que se ha de desarrollar en el marco de las actividades de Spain (Now!) en 2013. El programa de este año de Spain (Now!), cuyo nombre resulta tan interesante, con esa mezcla de reticencia y afirmación que sugiere el paréntesis, se centra en el motivo de la calle, alrededor del cual giran las intervenciones de la artista de vídeo Eli Cortiñas, las actuaciones improvisadas de la bailarina y coreógrafa Ana Luján, o los poemas que se leerán, con dos traducciones al inglés, el próximo dos de noviembre, en un slam en el que ha tenido la amabilidad de invitarme a participar Silvia Terrón, la también poeta y coordinadora de las actividades de poesía de Spain (Now!), entre muchas otras propuestas. Cuando salimos de The Hospital, como no era tarde todavía, fuimos a cenar a un restaurante bangladeshí. Mientras esperábamos el inexorable chicken tika masala y veíamos pasar a la gente por la calle, algunos envueltos ya en abrigos, otros todavía en camiseta y sandalias, pensé en el desconcierto de un país que ve cómo se desbandan sus jóvenes y sus profesionales, pero también en la esperanza que supone que, en esa dispersión, a menudo cruel, haya gente, como Antonio Molina Vázquez, Silvia Terrón y los demás colaboradores de Spain (Now!), que crea todavía en la fuerza de nuestra sensibilidad, en nuestra aptitud para expresar el mundo, y ponga todos los esfuerzos de su parte por afirmarlos de nuevo: por reconstruir esa generación titubeante, ese país desperdigado.
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