La primera es mala: El Cuaderno, probablemente la mejor publicación cultural del país -y lo digo sin hipérbole: así lo creo-, está en trance de desaparecer. A principios de mayo, sus colaboradores recibimos un correo de Juan Carlos Gea y Jaime Priede, sus directores, en el que nos informaban de la insostenible situación económica en que se encontraba el suplemento, y solicitaban, para que sobreviviera, 500 suscripciones: 12 números a cambio de una cuota anual, para residentes en España, de 30 euros. Yo ya me he suscrito, al igual que otras 310 personas, según nos comunicaba, hace pocos días, Álvaro Díaz Huici, el editor de Trea, que es quien ha estado financiando el proyecto, en su mayor parte. Pero aún no son suficientes: hacen falta, antes de que acabe el mes, otras 189. Si no, como recuerda Álvaro, El Cuaderno se quedará en la orilla, varado, como tantas otras empresas culturales en esta extenuante crisis que nos consume. Yo creo que la suscripción debería ser obligatoria para todos los que colaboramos en publicaciones y medios literarios, incluso aunque estos medios no retribuyan nuestras colaboraciones. No deberían aceptarse artículos de alguien que no sea suscriptor. La cultura exige un compromiso, y la mejor prueba de este compromiso es que contribuyamos a pagarla. El esfuerzo, no obstante, es parvo. En este caso, 30 euros al año. Treinta euros se los gasta una pareja que vaya al cine una noche y compre palomitas. La cultura no es gratis. Si nada lo es, no se entiende por qué la cultura debería serlo. El Cuaderno ha hecho una tarea magnífica en estos dos años y medio de existencia: es una revista amplia de miras y estéticamente plural, que atiende a todos los rincones de la literatura y del arte, y que demuestra un especial -y admirable- cuidado con los aspectos gráficos: su diseño es muy atractivo; los contenidos también lo son, desde luego, pero, a veces, solo mirarla es ya un placer. Sería una lástima que cerrara. Ojalá que entre todos lo impidamos. Nos queda una semana para lograrlo.
La segunda es buena. En el número 10 (2013) de la Hostos Review/Revista Hostosiana, del Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York, se ha publicado "Vuela un cuervo sobre la luna. Muestra de poesía española contemporánea (1959-1980)", coordinada por Miguel Ángel Zapata. El título es un verso de "Canción de cuna para dormir a un preso", de José Hierro, bajo cuya advocación -realismo y abstracción, reportajes y alucinaciones- se pone, pues, a la antología. (También Pureza Canelo merece una consideración especial: unos versos suyos, del poema "Pase la luna y escriba", constituyen el epígrafe de la selección). Veintitrés son los poetas seleccionados, y con alguna melancolía observo que, ordenados por fecha de nacimiento, ya formo parte del pelotón de los provectos: solo me supera Álvaro Valverde, nacido en 1959; luego aparezco empatado con Francisco José Cruz y Jorge Riechmann, los tres de 1962. En las antologías, sean de la naturaleza que sean, se agradece estar, sobre todo cuando, como en mi caso, los antólogos no han reparado demasiado en uno. Pero en las antologías preparadas por autores extranjeros, o residentes en el extranjero, suelo encontrar un gran desorden: a ausencias injustificables se suman inclusiones inexplicables. En las antología foráneas suele plasmarse un íntimo aunque disimulado desconocimiento de la poesía que se antologa, porque los autores -normalmente, profesores de universidades muy lejanas- no conocen las novedades y los fracasos, los catálogos y los premios, las influencias y los ecos, las iniciativas y los abandonos, los libros fugaces pero extraordinarios o los publicitados pero nauseabundos, el tejido real, en suma, de esa poesía. Y esa ignorancia se refleja en la inclusión del irrelevante, pero que ha favorecido al antólogo con una visita al país, o al que ha recomendado otro autor acaso tan irrelevante como él; o en la de la vieja gloria, que hace décadas que repite el mismo (y mal) poema; o en la del enfant supuestamente terrible, cuyos graznidos y remoquetes llevan a pensar al antólogo que se encuentra delante de un nuevo Tzara, pero que solo es un juglar de tercera división. En "Vuela un cuervo sobre la luna" no están todos los que son, pero sí son casi todos los que están: las excepciones, según mi recuento, son solo cinco. Es un porcentaje tolerable.
188!!
ResponderEliminarUn abrazo
Qué bien, Amelia, que te hayas sumado a la iniciativa. A ver si, como dices, otros 188 lo hacen también. De todos modos, soy optimista. Por los indicios que tengo, El Cuaderno tiene muchas probabilidades de seguir. Todos hemos de felicitarnos por ello.
EliminarMuchos besos.
Los incluidos en la antología son: Marta Agudo, Francisco José Cruz, José María Cumbreño, Benito del Pliego, Jordi Doce, Juan Andrés García Román, Guadalupe Grande, Fermín Herrero, Francisco León, Marta López-Luaces, Juan Carlos Marset, Ana Merino, Eduardo Moga, Vicente Luis Mora, Antonio Moreno, Luis Muñoz, María Ángeles Pérez López, Jorge Riechmann, Ada Salas, Julieta Valero, Vicente Valero, Álvaro Valverde y Fernando Valverde.
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